El
protocolo internacional es tan longevo como la existencia de los pueblos. Los
pueblos, las naciones, los países, los imperios,... siempre han necesitado
relacionarse unos con otros. Y esas relaciones siempre han necesitado de unas
formas de comunicación, muchas veces convertidas en auténticas ceremonias con
gran contenido no verbal. Es por eso que el protocolo internacional se compone
por dos clases de protocolo a su vez: el protocolo extranjero y el protocolo
diplomático. El protocolo extranjero es aquel que se desenvuelve en cada país
distinto al nuestro, ya que todos los estados, por pequeños que sean, tienen
sus propias normas, reglas y particularidades protocolarias que hay que conocer
para evitar problemas. Pero a su vez esa necesidad de comunicación entre las
distintas naciones creó el protocolo diplomático, un protocolo representado por
la figura de los embajadores. Ese protocolo diplomático estableció hace varios
siglos varias normas básicas que se convirtieron en ley tras el Tratado de
Viena en 1861. De este modo el protocolo diplomático es aquel ejercido por las
altas instancias de los países para convivir en paz con otros estados.
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